
La pintora Ana Bella Bravo nació 30 de abril de 1970 en la ciudad más relevante del Sáhara Occidental, El Aaiún, aunque toda su infancia y adolescencia la vivió en la capital de Salamanca, donde se inició en el arte de la pintura, para continuar en su taller de la ciudad de Guadalajara, donde reside en la actualidad.
La belleza y la estética han sido su «leitmotiv» profesional, plasmado de forma inequívoca en su particular visión de un surrealismo modernista que le ha reportado el aplauso de la crítica artística.
Una simple «ojeada» por sus creaciones revela la influencia del postimpresionista neerlandés Vincent van Gogh, ya que las creaciones de Ana Bella Bravo se alejan del academicismo y ofrecen una particular visión del instante con un claro trazo impresionista a lo largo de toda su obra.
La fuerza del color es otra de sus grandes expresiones, muy presente en toda la trayectoria pictórica, que le ha permitido mostrar su legado en numerosos rincones.
Los inicios
En el 2000 comenzó su formación en la disciplina de la pintura al óleo y bebió el arte del pintor surrealista Carlos Santiesteban, del que tomó sus coloridas composiciones, las pinceladas sueltas y su gusto por la naturaleza.

Hacia el impresionismo
Más tarde evolucionó hacia un estilo mucho mas impresionista, con creaciones que buscan a un espectador activo, al que desafía paraque juegue con la obra e imagine su propio paisaje.
Para Ana Bella Bravo, la pintura supone una forma de desconexión, donde aparece su estado mas relajado y creativo, reflejado en sus pinceladas valientes que llenan el cuadro de fuerza y movimiento.
Naturaleza e Identidad

Entre sus obras de arte sobresales dos tendencias: la naturaleza y la búsqueda de su yo.
Ana Bella Bravo se recrea con sus amplios paisajes en los que priman los colores y las texturas, además de su gusto por los bodegones y ramilletes florales.
La investigación de su propia identidad también marca sus creaciones, con óleos mucho mas surrealistas donde predominan las formas circulares y fluidas.